“Un hombre desesperado gritó al cielo: ‘¡Dios, si existes, háblame!’ Y entonces, una alondra del campo comenzó a cantar, una pequeña rana a croar y un bello gato a maullar, pero el hombre no escuchó nada de esto.
‘¡Dios, háblame que no te oigo!’. Y un trueno retumbó por todo el cielo, pero nuestro hombre tampoco lo oyó.
Mirando a su alrededor, desilusionado, dijo: ‘¡Dios, quiero verte, por favor déjame mirarte!’. Y un sol resplandeciente apareció entre las montanas, los árboles se mecieron, las flores se abrieron, pero él ni siquiera lo notó.
Y el hombre susurró de nuevo: ‘Por lo que más quieras, muéstrame un milagro’.
Y en ese momento la lluvia cayó, el viento sopló, un niño rió, pero él ni lo vio.
Por ultimo pidió: ‘Señor, necesito saber que estás conmigo’. Dios se inclinó y tocó a nuestro hombre. Pero él sacudió a una linda y colorida mariposa que se posó sobre su hombro”.
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