Escritos míos...

Capaz ya es hora de que me guste esa persona a la que le gusta todo de mi.
Siempre todo lo referido a mi era menos, no le gustaba. Mi familia, mis amigos, mis actividades.. Todo eso no tenía importancia y nunca podía estar en nuestros planes. Siempre estábamos con sus amigos, su familia, su casa, su sillón. Su pieza no, eso ya era demasiado íntimo para compartirlo conmigo, demasiado privado, demasiadas cosas en las que yo querría husmear, suponía el erróneamente. La pieza de huéspedes, por supuesto. Las actividades las elegía él, porque si las elegía yo obvio serían aburridas, al igual que las películas. Lo único bueno que hacía era estar ahí para escucharme y para ayudarme un poco cuando yo me desarmaba. Muy poco, claro. Pero como nadie más estaba cuando yo me desarma, eso ya me parecía demasiado. Yo lo acompañaba, trataba de levantar su ánimo siempre, de hacerlo salir de su cama, de su cuarto, de su sueño. Le cocinaba, con mucho amor. Y si era necesario hacia cualquier cosa que me pidiese para que el fuera feliz, no, eso no, si no un poquito más congraciado. Nada fue suficiente, pues claro (nunca nada es suficiente cuando no hay amor, aprendí). Insistió tanto para que fuéramos de vacaciones juntos que accedí, creyendo tontamente que quizá eso lo haría feliz. Pero no. Cuando oculto el álbum de vacaciones de su Facebook no supe que pasaba. Era fácil negarme ante todos. Yo pensaba que seguro cualquier vago del mundo hubiera valorado más estar a mi lado que él. Porque yo no estaba con él por comodidad, por simplemente pasar el tiempo. Yo estaba con el porque lo quería, tristemente.
La distancia no entiende de penas.
Y este ser destrozado que sabe que no sos para mi, que cualquier otra cosa en el mundo me hubiera roto el corazón menos que vos, no entendía. No entendía porque si amaba tanto algo no había podido arreglarlo. La respuesta era obvia. Porque las relaciones se hacen de a dos. No importa que tengas todo el amor del mundo para esa persona. Si esa persona no te ama, inexorablemente eso se va a romper. Un día me dijiste que no sabías si el amor era así, o si eso no era amor, pero que yo siempre estaba. Y claro que lo estaba, cada maldito minuto de mi vida pendiente de vos.
''Que importa que mi amor no pudiera guardarlo, la noche está estrellada y él no está conmigo. ¡Como no haber amado sus grandes ojos fijos! De otra, será de otra; como antes de mis besos''