Cuando pierdes a ese amor que creías el amor de tu Vida...

La música es el corazón de la vida. Por ella habla el amor; sin ella no hay bien posible y con ella todo es hermoso.

-Franz Liszt

Las relaciones se acaban y a veces simplemente no hay modo de remediarlo. Tal vez, se terminó sin un motivo específico, pero esto, en lugar de tranquilizarnos, nos duele más y con más fuerza. Nos cruje el corazón y sentimos que nunca más nos enamoraremos. Ya estamos hartos del amor, de las cursilerías y el romanticismo que sin querer, nos destruyó.
Se nos ha acabado la vida por un instante y el placer de tener al lado a quien creíamos el ideal para forjar un futuro. Ya no hay tardes soleadas, tomados de la mano mientras ignoramos a los que están alrededor. Ahora nosotros somos los de alrededor, los que ven la vida con un poco de fastidio y dolor. Pero siempre hay alguien, algún amigo que nos recuerda que esa relación no fue tan mala, al menos —dicen— “no te pusieron el cuerno”.
Ahí se encuentra el punto de inflexión, el momento en el que nos damos cuenta de las cosas que nunca habríamos vivido si no hubiéramos amado con esa intensidad. Sabemos que ya se acabó y que no hay marcha atrás, pero todo lo hermoso que ocurrió se queda con nosotros. No odiamos, lo seguimos amando, nos damos cuenta de que probablemente nunca volveremos a amar así, pero no está tan mal porque al menos ya lo hicimos una vez.
Nunca dejaremos de querer a ese amor, a ese dulce mal que nos hizo sentir increíblemente felices. Le cantamos al dolor pero también a lo hermoso que fue. Somos unos náufragos y sin embargo, agradecemos lo que ocurrió. Se acabó todo lo que construimos con esa persona, nos preguntamos: “¿por qué tuvo que ser así?”, pero sin duda estamos dispuestos a vivirlo otra vez. Parece como si fuéramos las víctimas de un crimen atroz, no queremos soltarnos al estilo más masoquista, porque en algún momento consideramos que seríamos indestructibles a su lado…