En en mundo hay muchas historias de amor no correspondidas, en las cuales uno acepta y sigue (no hay más que hacer). Sin embargo esta fue diferente, fue de esos amores inconclusos, de esos amores que terminan aún habiendo amor de ambos lados, pero sabiendo ya no poder estar más juntos, ya no ser más de beneficio para el otro, sabiendo ya no ser más complementarios o cómplices en eso autónomamente bello llamado amor. No pudimos cerrar la historia y un año y dos meses más tarde una tragedia nos volvió a juntar. Vos llamaste y obvio yo estaba ahí, como siempre, yo estaba ahí para vos, la pelotuda de la historia. Pero no pude hacer otra cosa, no pude hacer otra cosa más que estar ahí para vos, más que darte todo el amor que tenía acumulado en mi, más que cuidarte lo más que podía a veces siendo tan madre. Después de 11 meses me di cuenta, no eras vos lo que ya no encajaba conmigo, ni yo que siempre quería estar ahí para vos e insistía aunque las cosas no funcionaban, éramos nosotros que ya no teníamos la fuerza para mantenernos juntos en las buenas y en las malas, eras vos que ya no querías verme, eras vos que un día me dijiste: no sé si el amor es así o si nosotros ya no nos amamos pero no puedo vivir sin vos. Y por unas semanas me conforme con eso, pero después dije basta. Eso era. Vos ya no me amabas. ¿Qué importaba que yo sí? Un puente no se sostiene de un sólo lado.
Un día me quise un poco más a mi, y partí de ésta historia de amor. Un tiempo renegaste por mi compañía, protestaste, me contactaste, me pediste mi amistad. Pero no, yo sabía que debía cortar todo lazo de raíz. Y acá estaba, seis meses después, escribiendo de
Lo que vivimos fue tan sincero.
Cuánto te quise, cuánto de quiero.
Historia de mi primer e inconcluso amor. Jael. Febrero 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario