Muchas veces, muchas noches, estuve a punto de decirle que lo quería pero no lo hacía, y menos mal. Eso hubiera sido como matarme un poco, como que una parte de mi, la aún esperanzada, se muriese. Y yo no quería eso, porque en el fondo yo sabia que era muy posible que el no me quisiera y que sólo le divirtiera algún hecho que a mi me parecía inentendible ya que la comunicación sólo se daba virtualmente y yo no encontraba la forma de preguntarle ¿por qué?
¿Por qué tanto para nada? No me animé a teclear preguntas ni te quieros, no se si fue por cobarde o por amor propio. Creo que a esto sólo lo separaba un pelo. No gritar lo que uno siente, cuando uno sabe que no es correspondido, ¿es cobardía o amor propio? No lo sé, pero lo mío había sido miedo.
Jael
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