¿Qué había después de todo? Sólo palabrerio. Palabras más, palabras menos. ¿Y que era todo esto? Era la nada misma. Tantas palabras que sabían a nada. Le había visto una sola vez, pero se había quedado grabado en mi retina por siempre. Su pelo irregularmente rubio, que nunca hubiera llamado mi atención porque me gustaban morenos, su andar desgarbado, sus jeans clásicos caídos y deshilachados en la parte de abajo, la camisa claro fuera del mismo para disimular la pancita cervecera o simplemente porque así era él (desgarbadamente clásico), los anteojos rectangulares, la cara seria, los ojos gigantes y siempre bien abiertos. ''Que buen sonido tiene ese televisor'' me dijo, mirándome fijamente mientras yo estaba de espaldas intentando llegar hasta el usb del mismo y conectarlo, inútilmente sin lograrlo. ''Pero si el televisor está en silencio'' mascullé sorprendida. Unos segundos después caí en la cuenta de que quizá era un comentario retórico y hacía referencia a mi, que estaba de espaldas y en puntas de pie, con un vestido perfectamente ajustado en la cintura y caderas, mostrando lo mas mejorcito que tenia mi cuerpo sin gracia, seguramente. Antes yo había dirigido una mirada a la mesa como diciendo: es muy alto, no llego, hay dos tipos mucho mas altos que yo que podrían hacerlo. De todas formas creo que nadie advirtió eso o les divertía la situación: yo, la más torpe de todas, con tacos y en puntas de pie intentando llegar al orificio del pendrive. Igual creo que si el lo hubiera advertido no me hubiera socorrido porque parecía cómodo observándome, con sus ojos grandes, sin ser capaz de correr si quiera la mirada por timidez o vergüenza cuando lo cruce con la mía.
Jael (escrito antes del 20/05)
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