He decidido tragarme mi tristeza para no arruinarte la fiesta

Para no arruinarte la fiesta casi siempre callé mi tristeza. Calle es un decir, porque la escribí acá. Aunque a veces no me deje dormir ni reír el nudo en la garganta, y cuando creo que ya no está más reaparece en la ducha cuando el cuerpo más vulnerable está, he decidido que quitarme el peso de estas palabras no valía el molestarte. He sabido que la presentaste a tus amigos. Como alguna vez a mi me invitaste pero decidí declinar la invitación. Que idiota, aún no sabía cuanto te quería. Perdón. Por el daño que te hice. Y no te creas que no lo pague, todo el dolor que sentí después y cada lágrima que derramé con tu inminente perdida no fue más que el desenlace de mi actitud idiota e infantil. Si bien no se puede dejar de lado tu testarudez y terquedad y la forma de hacer siempre como si nada cuando TODO, ya han pasado casi tres años de aquel desenlace y aunque aún no olvido no recuerdo bien las escenas como para repartir culpas y saber a ciencia cierta si aparte de mi parte tan desecha un cambio de actitud tuya hubiera logrado salvarlo todo. Seguramente si. Seguramente. Quien sabe. Hoy es 26 de diciembre y debe ser que el balance del año dio positivo pero el balance de la vida se pregunta por vos. Hache, vos calaste hondo en este corazón caparazón que antes no se la jugaba por nada y hoy apuesta todo y uno más cuando quiere. Fuiste la cachetada que me dio la vida diciendo "no era por ahí".