Memorias de lo que no fue, y el timbre que jamás volviste a tocar

Pensar que hace ya algunos años me tomaba el colectivo equivocado en dirección contraria sólo para pasar por tu casa que quedaba a las afueras de la ciudad, cerca de la ruta. Quizá en mi esperanzada estupidez, como ese rayito de luz incrédulo que se cuela por la ventana, creía que ocasionalmente saldrías por la puertaa de tu casa, o estarías en la calle, me verías pasar a través de la ventana del bondi y accidentalmente recordarías que aún me querías, que me extrañabas, que no valía dejarlo todo, que me buscarías, que tocarías en timbre de mi casa como por arte de magia. El timbre. Sabrá dios cuantas veces, meses, años, los días posteriores a tu partida pensé que tocarías ese timbre, que dejarías de lado el orgullo, la terquedad, la convicción de que no podíamos seguir juntos, y m buscarías. Como por art de magia, no hay otra palabra. Sabía que no lo harías, un taurino que se va jamás mira atrás. Y mirá, ni creo en los signos, pero conscientemente sabía que no volverías, que no había chances, y aunque me aferre a la poca ilusión que me demoraba para poder sobrevivir, no pasó.

¿Hache, que importa que te extrañe?