Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte. Cortázar.

—¿Sabés qué pienso a veces? Que nunca nadie nos va a amar como nos amamos nosotros.
—Es egoísta lo que decís. Y un poco violento.—Sí, tenés razón. Reformulo: creo que nunca nadie me va a amar como me amaste vos.
—No sé qué decirte.—No digas nada, entonces. Pienso que con vos yo podía ser de verdad, que podía ser auténtico. Siento que me abriste con un bisturí y que amaste hasta el rincón más feo de mi cuerpo y de mi alma.
—¿Por qué no me dijiste esto cuando estábamos juntos? ¿Por qué te fuiste?—No sé, quizás necesitaba alejarme para verlo. Hay cosas que se ven solo con el tiempo y la distancia.
—Pero ya es tarde, sabés que es tarde, ¿no?—Sí, lo sé. Quiero convencerme de que todavía se puede, pero sé que no. ¿Me podés abrazar?
—No estoy acá. Estás volando de fiebre y encima tomaste esa mierda.—Sí, ya sé eso también.
—¿Y entonces?—Abrazame, por favor. Abrazame.

Periodismo para ebrios.