Una vez que concluyeron en vendarle la herida, una enfermera le preguntó si su esposa se alarmaría porque el llegaría tarde esa mañana.
-No, no - dijo el anciano - Ella no sabe quién soy, hace ya casi cinco años que no me reconoce.
La enfermera entre extrañada y curiosa por la actitud del hombre, le preguntó:
-Pero si ella no sabe quién es usted, porque esa necesidad de estar con ella, todas las mañanas y en el mismo horario.
El anciano sonrió y dandole una palmada en la manode la enfermera, le dijo:
-Ella no sabe quién soy yo, es cierto, pero yo todavía sé muy bien quién es ella. Compartimos muchos años juntos, es la mujer que elegí, y la mujer que me eligió; es la mujer que acompañé y que me acompañó; a quien curé y quien me curó; quien quise y quien sentí que me quería. La elegí como mi mujer, sé quién es ella y por eso debo estar allí todo el tiempo que reste de mi vida.
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