Hay veces en las que ya no quedan ganas de perdonar, pero tampoco tienes la fuerza suficiente para irte.
Hay veces que estás donde querés estar, pero el otro se equivoca, y eso duele.
Las personas te dañarán, y no será con intención, pero el intervalo entre irse y quedarse es un tedioso y penoso vaivén
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