♡ ☮ ♪✿

Tanta fuerza y tanto amor hacen al mundo girar, algún día lo descubrirás . . .

11 de febrero de 2021

Carta a mi progenitor

 Quizá algunas veces me enojo, pero se me pasa al rato. No fuiste un buen padre. Sé que hiciste lo que pudiste con el lugar que se te fue dado, pero a mi siempre me faltó algo, y no me refiero a grandes cosas, o cosas extraordinarias, no. Me faltaba que alguna que otra vez me busques de la escuela, o verte ahí en los actos donde actuaba, leía, o mi presencia casi siempre fantasma cobraba algún tipo de protagonismo. Me faltaba caminar de la mano, como lo hacían mis compañeritas con sus papás, o que me lleves a alguna plaza a jugar. Me faltaron tantas cosas. Me faltó un padre en mi vida, alguien que ocupe ese lugar tan vacío e idealizado. Pero hoy (y siempre) trato de enfocar en todo lo que tuve, en lo afortunada que fui, en la madre excelente que me tocó. Y aunque nunca piense en lo que faltó, ese vacío sigue ahí y no se puede negar.

Hay muchos hijos que viven de reclamos a los padres y yo no soy ese tipo de hija, pero si una persona que siempre dice lo que piensa y siente para no guardarse las cosas. Con vos nunca pude, siempre me callé, o cuando algo me dolía se me hacía un nudo en la garganta que me impedía hablar o materializar en palabras lo que me pasaba.

9 de febrero de 2021

8 de febrero de 2021

Hache... ¿Harán 3 años de aquel 2017?

Jugamos a quien racionalizaba más, creo que gané yo, pero nos perdimos. Aquel último día no pude reaccionar, era como una hojita del árbol más alto cayendo inevitablemente al vacío, no lo creía realmente, pensaba que volveríamos a hablar y todo sería como siempre. Pero no lo fue. Y ya nunca más te ví, mi vida toda fue un desastre.

3 de febrero de 2021

El dolor no miente.

 Borré el chat de whatsapp y fue como borrar la historia. Para mí, que tengo tan mala memoria para ciertas cosas, fue como si nunca hubiese existido. Creí que era una forma de emanciparme de Hache, pero pretendía mentirme a mí misma. El hueco en mi interior no mentía, al vacío existencial que sentía en su ausencia no lo podía llenar. Y no era algo de extrañar de vez en cuando, los fines de semana, los días de lluvia, los domingos de resaca, no. Era un cotidiano pesar de saber que no estaba, mañanas sin un buen día, sin saberlo tomando su matecito en la otra punta de la ciudad, o sí, saberlo lo sabía, pero ya no lo compartiría conmigo, yo ya no sabría de eso, sólo quedaría en mi inconsciente conocedor de su tácita rutina. Y también al caer las noches, y saber que no estaría su tan banal "que descanses linda!" queseyo, boludeces así.

Hache, que seas feliz, tanto como yo lo fui en esos chispazos de tiempo, intermitente, compartido.